Los eventos no morirán...
- pfriedmann
- 28 ene 2021
- 3 Min. de lectura
Hace pocos días, un importante medio nacional destacaba en portada, la importante perdida que ha generado la pandemia en la industria de los eventos. Eventos cancelados o suspendidos, reducción en el empleo formal y el temporal, disminución sustantiva al PIB del país, son algunas muestras.
Desconozco si la industria ha sido capaz localmente de estimar realmente los efectos de la misma. Sky News anunció una perdida de 400.000 en Gran Bretaña. En Francia, Evenement.com estima que las perdidas se sitúan en una caída del 80% en los ingresos y perdidas de empleos podrían ser del orden de las 455.000, con el 50% de las empresas en riesgo de cerrar definitivamente. No es menos importante destacar que hasta hace poco el limite de asistentes a un evento en Francia era de 5.000 personas, cifras en las que en Chile ni soñamos.
En un reciente encuentro de la industria en Chile, Andrés Escalona, Director y fundador de Tango, comenzaba su intervención saludando solidariamente a técnicos, guardias, anfitrionas y anfitriones, banqueteros y banqueteras, generadores de contenido, productoras, productores, transportistas, personal de centros de eventos, artistas, etc. Es que una de las dificultades de la industria está justamente en la infinidad de rubros y profesiones que intervienen en un evento, con una crisis que encadenadamente afecta a unos tras otros. En una tormenta perfecta, la industria comparte muchos profesionales con la industria de la cultura, también fuertemente afectada.

Lo que ocurre es que como se señala habitualmente, este es el primer rubro que cerró y será el último en reabrir, prácticamente sin esperanza real hasta que un porcentaje muy relevante de la población haya sido vacunado, y al mismo tiempo es el rubro de los invisibles, del que no se habla, al que no se le ayuda.
En efecto, el rubro está compuesto por un cierto número de empresas formales, un numero muy importante de independientes o autónomos, partiendo desde los estudiantes que encontraban “garzoneando” una fuente para financiar estudios.
En todo el mundo, la industria ha salido a las calles con sus “cases” vacíos para tratar de llamar la atención sobre su situación. Eso también ocurrió en Chile. Pero la desazón del sector, la preocupación expresada por la Academia y la incomprensión de los trabajadores ante las restricciones a teatros, eventos y espectáculos mientras los centros comerciales rebozan de visitantes, parecen no tener respuesta desde la Autoridad.
En una charla que realicé en SeComunica de DUOC UC, señalé que lo que vivimos es un camino sin retorno, la comparé incluso al fin de una era. Este es un cambio que va más allá de nuestra industria, cambiaremos como personas (aun queda saber cuanto), como consumidores, como ciudadanos y ciudadanas. Cambiará también la industria.
La industria no morirá. Algunas empresas han logrado sobrevivir virtualizando sus actividades, otros lo han hecho destinando vehículos hacia servicios de transporte, otros vendiendo productos, produciendo o transportando comida. La industria no morirá. Pero los efectos de esta crisis son y serán profundos en lo económico, en lo personal y sicológico. La industria ha comenzado -como otras- una transformación que contempla muchas dimensiones: el trabajo remoto, la incorporación de nuevas tecnologías, adopción de nuevos conocimientos y competencias, oferta de nuevos productos y no menos importante, el cambio de la noción de fronteras físicas y geográficas. Esta y otras crisis son una forma forzada de adaptarse y encontrar una nueva vida, volver al pasado no sucederá, aunque el futuro mantenga algunas similitudes. La industria no morirá. Pero nada será igual que antes.
(foto de internet, tomada en una manifestación realizada en Bruselas).
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